El movimiento de los
cuerpos celestes ha inquietado a la humanidad desde siempre. Fué la
primera ciencia emprírica en desarrollarse, pero también estuvo
sujeta a interpretaciones de carácter religioso.
Babilonios, egipcios, árabes, renacentistas... |
Desde el inicio de
la civilización el movimiento de los astros ha sido de gran interés económico, pues determinaba los ciclos
de dia y noche, las estaciones y, con ello, el mejor momento para
cultivar los campos o cosecharlos. Por eso no es de extrañar que fuese la primera ciencia empírica en ser
desarrollada y precursora del
estudio científico. Con toma de datos, análisis de los mismos y
búsqueda de explicaciones. Como ya hemos dicho, también ha tenido
importancia en el terreno religioso, pues no se sabían explicar
fenómenos naturales y esto suscitaba la existencia de seres
superiores que los provocaban y que, también, movían
los objetos observados en los cielos (la luna, el sol y algunos
planetas y estrellas). De hecho tuvo un gran calado social, pues en
2016 aunque Neil A. Amstrong pisó la luna en 1969, se han enviado miles de
satélites artificiales al espacio así como sondas y
más naves tripuladas. Incluso se ha construido una estación
espacial internacional! Aún podemos leer el horóscopo en cualquier
revista o periódico. Y el horśocopo se basa en la posición de los
astros. O sea, que aún habiendo viajado por el espacio, la
interpretación religiosa sigue viva.
Pero volvamos al
tema principal. Ya hemos dicho que fué la primera ciencia en
desarrollarse como tal. Se tienen datos de que en la antigua Babilonia (5000 años a.C) ya era de interés general. Así como
calendarios realizados por diferentes culturas basándose en el
movimiento de los astros.
No fué hasta el
siglo V a.C. cuando se planteó el problema de qué posicion ocupaba
nuestro planeta en realción al resto de astros observados. El dilema
surgió en la Grecia de aquella época. De hecho, los griegos
llamaron “planetas” a todos los astros en los que percibían
movimiento, pues planeta en
griego significa errante
(que erra, que se mueve, que no está quieto, vamos). Para
encontrar solución a este dilema de gran importancia, se plantearon
dos posibles explicaciones:
1.-
Explicación de Eudoxio: La Tierra se encuentra en el centro del
universo. El resto de los astros se necuentran situados sobre esferas
concentricas al centro de la Tierra y que giran en diferentes
sentidos respecto a la posición de la tierra (modelo
geostático).
2.-
Explicación de Aristarco: El Sol se encuentra en el centro del
universo y el resto de
astros. Al igual que en el modelo de Eudoxio, giran sobre esferas
concéntricas al centro del Sol (modelo heliostático).
No
es de extrañar que ambos modelos utilizaran esferas para explicar el
fenómeno observado, pues en la antigua grecia, la esfera era
considerada como la forma geométrica perfecta y. Si los dioses
movían los astros, debían vivir situados sobre esferas.
El
modelo de Aristarco no prosperó, pues no explicaba la sensación que
tenían (y tenemos) de inmovilidad. Tampoco explicaba la no
apreciación de movimiento de algunas estrellas y, más aún, creían
que si la Tierra era la que se movía, debía existir un viento
contínuo e unidireccional debido al movimiento.
Aristóteles
contribyó a mejorar el modelo de Eudoxio. Agregó más esferas y
subesferas para explicar el extraño movimiento de algunos astros,
hasta un total de 55. Sin embargo, a pesar de ser el modelo “aceptado
por los dioses”, era incapaz de explicar el zig-zag que describía
un planeta de los más visibles, Marte. A este movimiento se le
conoce como retrogradación, pues Marte describe una estraña
trayectoria en el cielo. Algunos días avanza y otros, retocede parte
del camino avanzado.
Claudio Ptolomeo |
Fué
Claudio Ptolomeo (siglo II d.C) quien consiguió dar explicación a
este extraña trayectoria descrita por Marte y otros astros visibles.
Para ello, introdujo el concepto de los epiciclos. Consideraba que
los planetas describían órbitas circulares en torno a un punto
situado sobre las esperas concéntricas a la Tierra. Por la
superposición del movimiento de la esfera y la órbita del planeta
parecía que éste retocedía en su camino.
El
modelo Ptolemaico subsistió hasta el siglo XVI. En parte porque
cuando Santo Tomás de Aquino cristianizó a los griegos (siglo XII),
la filosofía aristotélica pasó a ser el sustento ideológico del
cristianismo. Por el camino, hubo que modificar el modelo. Se
añadieron más epiciclos (hasta 80), también se desplazó levemente
el centro de las esferas
concéntricas del de la Tierra y más
artificios geométricos para reproducir las trayectorias planetarias
observadas desde la Tierra. El cálculo era, cada vez, más
complicado y la explicación más compleja.
Nicolás Copérnico |
El
trabajo fué declarado herético en 1616 por la Santa inquisición,
aunque aceptado como hipótesis de trabajo durante algún tiempo. Se
enseñaba, por ejemplo, en la universidad de Salamanca (España) y, de hecho,
fué utilizado por el papa Gregorio XII para elaborar el calendario
gregoriano (que seguimos actualmente en occidente) y le sirvió para
corregir desfases en las fechas. De todos modos, nunca se aceptó que
la Tierra fuese un simple planeta más.
Giordano Bruno |
GiordanoBruno, un astrónomo, matemático, filósofo y poeta italiano lo
utilizaba en sus enseñanzas y argumentos contra la iglesia. Llegó
incluso más lejos. Propuso que el Sol era el centro del sistema
planetario, pero que deberían existir más estrellas en el centro de
más sistemas planetarios y que, en algunos de ellos, debían de
vivir animales y plantas, tal y como lo hacían en la Tierra. Fué
acusado de herejía y quemado en la hoguera el 17 de febrero de 1600.
Como en muchos otros casos, un visionario adelantado a su tiempo pagó
con su vida frente al poder y las creencias establecidas.
Por
cierto, ¿he dicho que todos estos modelos y mejoras se realizaron
mediante observaciones “a ojo desnudo”? Sí, sí. Todo esto
ocurrió antes de que se inventara el telescopio (1590) o, mejor dicho,
antes de que se utilizase con fines astronómicos. En próximas entradas
veremos cómo influyó dicho invento en el estudio de la posición de
la Tierra y el resto de astros en el universo.
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